Cuando nos encontramos en la tesitura de si llevar a nuestros hijos a la guardería infantil o no, una de las principales dudas que tendemos a plantearnos es si con este acto nos contribuiremos a una mejor socialización de nuestros hijos.
Los otros antes de los tres años de edad
Si que es cierto que hasta los tres años de edad nuestros hijos pasan por una etapa psicológica de crecimiento con tintes “egocéntricos”. Es decir, no conciben el mundo más allá de sus propias mentes.
En otras palabras, no entienden las diferencias individuales, que el resto de personas tengan un pensamiento diferente al que tienen ellos. Por lo cual los niños no entienden hasta los tres años que el resto de personas que les rodea pueda tener preferencias o gustos diferentes a los de ellos.
Con lo cual plantearse una intervención educativa para que aprendan a relacionarse con otros es una decisión que apenas tendrá frutos. En esta etapa las escuelas infantiles simplemente servirán de refuerzo de apegos y cuidado.
Es a partir de los tresaños cuando ya tienen un conocimiento básico acerca de sí mismos, cuando empiezan a jugar con otros entendiendo a estos como un individuo diferenciado de ellos mismos.
Entonces, ¿Cuál es la mejor opción según la edad?
Debemos tomarnos la guardería antes de esta tierna edad de los tres años como una solución a la falta de posibilidades de cuidar a nuestros pequeños. Puesto que en estos años con las figuras de apego y las familiares son una estimulación más que necesaria para su desarrollo social y propio.
Pero esto no significa que acudir a una guardería no les suponga beneficios a la hora de su desarrollo. Los cuidadores se convierten en otra figura relevante de apego, siendo estas muy beneficiosas tanto para el desarrollo psicológico del niño como físico.
Es en torno a los tres y cinco años cuando empiezan a entender que son individuos en sí mismos, diferenciados del resto. Y por tanto implicar al niño en el trato con otros iguales es imprescindible.
En esta etapa es cuando los iguales (otros niños) se tornan en elementos clave. Gracias a ellos adquieren herramientas de comunicación, aprenden a resolver conflictos con sus compañeros, tomar decisiones y hacer valer su opinión.
Adquieren nuevos roles fuera del rol de “hijo de” o “hermano de”, fomenta el rol del “yo” aumentando su autoestima y favoreciendo el autoconcepto. Proceso el cual se dará en un largo plazo adentrados en la adolescencia.
Dentro de las familias no tienen la posibilidad de practicar la comunicación entre igualdad de poderes, ya que en sus hogares o son hijos y deben obedecer o son hermanos mayores y les obedecen.
Además de compartir ideas, gustos y experiencias muy parecidas dada su idéntica edad. Actividades que no comparten con los adultos de la familia. Compartirán también diferentes tipos de educación o tipos de vida.
Conocer a niños con diferente situación familiar, con hermanos, con diferentes tipos de familias y con culturas diferentes a las suyas les ayudará a abrir horizontes, a ser empáticos y tolerantes.
Es por una de las razones más obvias que estar entre iguales les refuerza, sus amigos y compañeros son un reflejo mucho más parecido a ellos que los adultos. Ven en ellos los mismos problemas, las mismas dificultades (están aprendiendo a hablar, a moverse…) y los mismos intereses.
Es ahí, aunque tengamos la posibilidad de continuar con el cuidado de nuestros hijos en nuestro hogar, cuando se recomienda llevar a estos a una guardería infantil.
Ni que decir tiene que un correcto desarrollo de las habilidades sociales desde una temprana edad les ayudará enormemente en la construcción de su identidad y en las futuras relaciones interpersonales que vayan a tener.