Herpes zóster: qué es y cómo se trata

El herpes zóster, comúnmente conocido como culebrilla, es una condición médica que puede afectar a cualquier persona que haya tenido varicela en el pasado. Esta reactivación del virus varicela-zóster puede provocar no solo una erupción cutánea dolorosa, sino también complicaciones como la neuralgia postherpética si no se trata adecuadamente. La información que se presenta a continuación está destinada a proporcionar conocimiento sobre qué es el herpes zóster y cómo se trata, con la intención de ayudar a quienes buscan entender mejor esta afección y cómo manejarla.

¿Cómo se manifiesta el herpes zóster?

El herpes zóster se manifiesta inicialmente con síntomas como dolor, hormigueo o picazón en una parte específica de la piel. A menudo, estos síntomas se confunden con otros problemas cutáneos; sin embargo, la particularidad del herpes zóster es que tiende a afectar solamente un lado del cuerpo. Tras unos días, aparecen las características ampollas llenas de líquido, que más tarde forman costras y pueden dejar cicatrices.

El proceso desde las primeras señales hasta la curación total puede durar varias semanas. Durante este tiempo, es fundamental prestar atención al dolor y a la aparición de las lesiones para iniciar un tratamiento efectivo lo antes posible.

¿Cuáles son los síntomas del herpes zóster?

Los síntomas iniciales del herpes zóster son generalmente internos, lo que significa que se perciben sensaciones anormales en la piel antes de que se manifieste cualquier signo visible. Estos incluyen:

  • Dolor, ardor o sensación de hormigueo.
  • Sensibilidad al tacto.
  • Dolor de cabeza y malestar general.
  • Fiebre y escalofríos.

Posteriormente, la infección provoca una erupción rojiza que evoluciona a ampollas dolorosas y llenas de líquido. Una vez que estas ampollas se resecan y forman costras, el riesgo de contagio disminuye significativamente.

¿Cómo se diagnostica el herpes zóster?

El diagnóstico del herpes zóster generalmente se realiza mediante un examen clínico, donde el médico evalúa los síntomas y las lesiones cutáneas. En ciertos casos, puede ser necesario tomar muestras de las lesiones para confirmar la presencia del virus varicela-zóster mediante pruebas de laboratorio.

En ocasiones, cuando el diagnóstico no es claro o se sospecha de complicaciones, se pueden realizar otras pruebas como la resonancia magnética o la tomografía computarizada para evaluar el alcance de la infección en el cuerpo.

¿Cómo se trata el herpes zóster?

El tratamiento efectivo del herpes zóster depende de la rapidez con la que se inicie después de la aparición de los síntomas. Los antivirales son la piedra angular del tratamiento y son más efectivos si se administran dentro de las primeras 72 horas tras la aparición de la erupción.

Además de los antivirales, el tratamiento puede incluir:

  • Analgésicos para manejar el dolor.
  • Compresas húmedas y frías para aliviar la inflamación y el dolor de las ampollas.
  • Uso de lociones calmantes como la calamina.
  • En algunos casos, se pueden recetar corticosteroides para reducir la inflamación.

La atención médica temprana es crucial para evitar complicaciones y para el alivio de los síntomas. Por tanto, es recomendable consultar a un médico ante los primeros signos de la enfermedad.

¿Es contagioso el herpes zóster?

El herpes zóster no se transmite de persona a persona. Sin embargo, el virus que lo causa puede contagiar la varicela a alguien que nunca ha tenido la enfermedad ni ha sido vacunado contra ella. Por esta razón, se recomienda mantener distancia de las mujeres embarazadas, los recién nacidos y las personas con sistemas inmunitarios debilitados mientras las ampollas estén presentes.

Es importante recordar también que una persona que ha tenido varicela puede desarrollar herpes zóster en el futuro, ya que el virus permanece latente en el cuerpo.

¿Qué prevención existe contra el herpes zóster?

La prevención del herpes zóster se centra en la vacunación. La vacuna Shingrix ha demostrado ser efectiva en la prevención de la culebrilla y se recomienda para adultos mayores de 50 años, así como para aquellas personas con sistemas inmunitarios debilitados.

La vacuna no solo ayuda a prevenir el herpes zóster, sino que también reduce significativamente el riesgo de desarrollar neuralgia postherpética, una complicación dolorosa y persistente de la enfermedad.

En el siguiente video, se puede observar cómo la vacunación ha mejorado la calidad de vida de los pacientes y cómo evita la aparición del herpes zóster:

La adopción de hábitos de vida saludables y el cuidado del sistema inmunitario también son medidas preventivas importantes, ya que un sistema inmunológico fuerte puede ayudar a mantener el virus en estado latente.

En conclusión, entender qué es el herpes zóster y cómo se trata es esencial para abordar esta afección de manera efectiva y para tomar medidas preventivas que ayuden a evitar su aparición. Si bien puede ser una enfermedad dolorosa y molesta, existen estrategias claras para manejarla y prevenir sus complicaciones, asegurando así una mejor calidad de vida para aquellos que la padecen.

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