Hacer mudanza con los más pequeños no es nada sencillo. Son difíciles, irritables, necesitan tiempo para comprender y, en definitiva, hacer el traslado se vuelve un proceso mucho más largo. Hoy queremos que te ponga en el lugar de tu hijo y te contamos cómo afecta una mudanza a los niños.
¿A qué edad los niños se ven afectados por una mudanza?
- Menores de un año
Los bebés notan, desde el nacimiento, las sensaciones de los padres. Por lo tanto, ese estrés que vives, la preocupación, la ansiedad o la adrenalina de la situación la van a sentir. No es que esto suponga para ellos un mal mayor ni a largo plazo pero los siguientes días al cambio de residencia es muy posible que tu bebé se muestre apático o pierda el apetito.
- De los 12 a los 36 meses
Es a partir del año de vida cuando la cosa empeora. El cambio no tiene carácter social pero aun así se van a dar cambios psicológicos importantes, pudiendo permanecer, o no, a largo plazo. La capacidad de adaptación del niño dependerá de lo preparado que esté. Para ello es imprescindible que os toméis el tiempo necesario para trabajar la situación con el pequeño.
Uno de los aspectos que más podrás apreciar es la dificultad del niño para conciliar el sueño. La escitación, la incertidumbre, los nervios, el desconocimiento… Son demasiadas sensaciones que nos invaden cuando nos quedamos en calma, es decir, a la hora de ir a la cama; notarás que a ti también te pasa.
Más grave será el hecho de que no quiera dormir solo (si antes lo hacía). Esto es un indicativo claro de que siente miedo y de que la situación le está superando. No es momento de conceder caprichos aunque sí se pueden hacer concesiones si los límites son claros.
- De los 36 meses a los 72 años
Esta edad es más peliaguda pues los niños entienden mucho más, pero no lo suficiente; por ello, están más irascibles a la par que desconcertados. También preguntan más y sienten ansiedad si no satisfacemos sus dudas.
También pueden darse muchas regresiones si el niño no está bien preparado. No es extraño, como en el caso anterior, el que no quiera dormir solo o incluso que deje de hablar. En los peores de los casos (pero no tan inusuales como nos gustaría), el pequeño puede incluso orinarse en la cama o en las horas de día. En general, el comportamiento se va a modificar.
Por otro lado, aparece el componente social. El peque tendrá algunos amiguitos, se encariñará de algunos de sus profesores… Esto se va a traducir en un comportamiento psicosocial totalmente modificado. El niño se mostrará retraído, posiblemente enfadado y, definitivamente, es más que probable que se niegue a ciertas cosas. Es importante darle su espacio pero sin ceder en hábitos y rutinas establecidas.
- A partir de los 72 meses
Los niños más mayorcitos, por lo general, no sentirán tan intensamente una mudanza.
Es cierto que el factor social será el que se vea más afectado, y mucho. Sin embargo, es muy poco común que se den regresiones en el desarrollo, tanto a nivel de hábitos como en comportamiento.
Esta es la manera en la que afecta una mudanza a los niños. Está claro que cada persona es un mundo, pero estos son los comportamientos más comunes.
Publicar comentario